Noticias – “La conexión entre Israel y la diáspora es crucial”
En un mundo tan conectado, donde la comunicación se hace cada vez más rápida, directa y al mismo tiempo superficial, estamos perdiendo la capacidad de llegar al fondo de las cosas, de analizar en detalle nuestros objetivos y los de los demás. En una entrevista con el periódico Pagine Ebraiche,Ofer Sachs, el embajador de Israel en Italia, ha explicado: “Por eso el papel de los diplomáticos seguirá siendo importante también en los próximos años: nosotros tenemos que comunicar los intereses cada uno de su propio Gobierno y al mismo tiempo encontrar una manera de alcanzar esos intereses”. Sin embargo, para un embajador israelí hay otra dificultad. Sachs dice: “Israel era y sigue siendo un país con retos un poco diferentes comparado con otros países. A menudo no es aceptado ni acogido del mismo modo que las otras naciones. Por eso, ser un diplomático israelí a veces puede ser un poco difícil. Todavía hay mucha ignorancia y mucha incomprensión sobre lo que es Israel: una sociedad democrática y vivaz; un país que respeta los derechos de las minorías, que hace todo lo posible para defender a sus ciudadanos del terrorismo interior y exterior”. El embajador evidencia que ser una democracia no es un hecho que se pueda negociar y, por eso, cada crítica o diferente punto de vista que proceda del hebraísmo diaspórico o de los Gobiernos de otros países es acogida y atendida. Con el embajador hemos hablado de esto, de las relaciones con Italia, de la capacidad de construir redes internacionales por medio de recursos energéticos, del boicot anti-israelí, que Sachs considera como un “fracaso completo” para quien lo promueve.
Dos años después del inicio de su carrera,¿cómo evalúa el trabajo hecho junto con Italia?
Hay mucha confianza en la relación entre Israel e Italia; hemos empezado una comunicación en todos los niveles posibles: político, económico, cultural y científico. Para mí, en cuanto embajador, trabajar aquí es maravilloso. Eso no significa que siempre estemos de acuerdo en todos los asuntos, pero una verdadera amistad se basa en aceptar que no siempre podemos coincidir 100% en toda cosa: como por ejemplo en cuestiones que tienen que ver con Oriente Medio o con el tema de Irán.
¿Cuáles son los puntos fuertes de esta relación?
Hay que evidenciar la cooperación académica: hoy tenemos cientos de colaboraciones de investigación. Estamos orgullosos de esto y queremos proteger e incrementar esta cooperación para hacerla aun más fuerte: introducir dobles grados; una mayor colaboración entre la academia y la industria; estos son los sectores en los que tenemos que progresar. En el ámbito económico y energético, Israel ha llegado a ser muy importante en todo el mundo por el gas e Italia, como también otros países, ha tenido la posibilidad de diversificar sus recursos energéticos. Nos gustaría que el proyecto del gasducto Eastmed avance a medio plazo: es una colaboración que incluye no solo Italia sino también Chipre y Grecia.
Por lo que atañe al gas, Israel ha firmado hace poco un acuerdo con Egipto para exportar hacia el país este recurso. ¿Cómo de importante es una colaboración de este tipo para la región?
El hecho de que Israel haya emprendido una colaboración antes con Jordania y ahora con Egipto es una señal de estabilidad para la región. Es un resultado tanto económico como diplomático: es un objetivo alcanzado trabajando durante años y esperamos que represente el camino para la normalización de las relaciones en toda la región.
¿El agua también podría tener el mismo papel “diplomático” que el gas para Israel?
Ya lo tiene. Abastecemos a Jordania una cuota anual de agua y esta es una parte fundamental del acuerdo de paz firmado con Amán. Y lo mismo vale para los palestinos: en los acuerdos de Oslo encontramos un capítulo entero dedicado al agua e Israel siempre lo ha respetado. El agua es un recurso esencial para la vida. Israel no ha superado el problema de la falta de agua, pero tenemos un sistema que incluye diferentes competencias, de la desalinización al reciclado del agua. Hemos creado una técnica que ahora podemos exportar también a otros países. Lo hacemos en países en desarrollo, en África, en Asia. Allí puedes ver cómo la tecnología del agua tiene un impacto en las personas, que te agradecen la ayuda concreta que les estás dando. Este es un instrumento extraordinario para promover la imagen de Israel y de sus valores.
Por cierto, hablando de la imagen, el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) la cuestiona y quiere dañar Israel económica y culturalmente. ¿Cómo de eficaz es este intento?
Desde el punto de vista económico el BDS es un fracaso total. En las investigaciones que hemos llevado a cabo durante años no hemos visto ningún efecto del BDS sobre el desarrollo de la economía de Israel. Donde encontramos efectos menores es en el mundo académico. El problema es sobre todo el contexto universitario: no es algo muy agradable ser estudiante en universidades estadounidenses y británicas y que te ataquen por acciones con las que realmente no tienes nada que ver. Estas son cosas que realmente te molestan, pero en general la relación entre coste y beneficio del BDS indica que es un fracaso. Es más, estamos convencidos de que es contraproducente para cualquier comunicación. Puedes disentir, promover tu punto de vista, pero el boicot es intentar no dejarles a los demás el derecho y la libertad de pensamiento.
¿Cuál es la mejor forma de contestar al BDS?¿Es justo hablar de ese movimiento en los medios de comunicación judíos?
Una investigación de hace un par de años mostraba que el 80% de referencias al BDS se encuentra en los medios de comunicación israelíes y en la prensa judía. Entonces, el BDS se encuentra (un 80%) en lugares que para él no son realmente importantes. Es una cosa que tendría que hacernos reflexionar. De todos modos, creo que hay que decidir la manera de contestar al BDS según el caso: tenemos que analizar siempre cuál será el resultado si reaccionamos o no. A veces la falta de reacción quita por completo eficacia a la acción del BDS. Otras, cuando se sobrepasan algunos límites, esta reacción es necesaria.
Con respecto a las conexiones con la Diáspora, ¿cuál es su experiencia con la diáspora judía?
La conexión entre Israel y la diáspora es crucial para el Estado judío y es central en la situación de Israel. Y, en cuanto embajadores, también la ponemos en el centro de nuestras iniciativas. En Italia, la conexión es fuerte y nosotros colaboramos muy bien con las diferentes comunidades judías. Su patrimonio cultural es un elemento que, por suerte, las autoridades estatales saben apreciar, y nosotros queremos respaldar este apoyo.
En el mundo judío italiano hay un debate interior que dura desde hace tiempo: hay quien dice que sería mejor apoyar sin reservas Israel y evitar que críticas potenciales sean instrumentalizadas por parte de la gente que quiere deslegitimarlo, y quien, por el contrario, afirma que tiene el derecho de criticar la política del Gobierno israelí. ¿Qué piensa usted?
No es un secreto que en la comunidad judía haya opiniones diferentes, también en Italia. En todo caso, con respecto a la democracia hay dos alternativas: o eres demócrata o no. Y para mí la crítica forma parte del proceso democrático. Tenemos que escuchar muy atentamente las críticas. No creo que, si las evitamos, las personas externas no puedan usar razones parecidas. Es un enfoque muy ingenuo. Hay que favorecer la comunicación: podemos no estar de acuerdo, pero eso no quiere decir que esas personas sean menos sionistas o menos favorables a Israel. Como en una familia, siempre tendremos algún debate interior, pero eso no quiere decir que dejaremos de ser una familia.
Todavía le queda un año por trabajar. ¿Cuál es su prioridad?
Tenemos que trabajar en el ámbito de la Unión Europea: aún hay demasiadas incomprensiones en el interior de las instituciones europeas y hace falta establecer una comunicación moderada.
Traducción de Mariateresa Serafino y revisión de Francesca Antonioli, estudiantes de prácticas en la oficina del periódico de la Unión de las Comunidades Judías Italianas.