DIALOGO Tettamanzi y la importancia de la visita a la Sinagoga
Era un amigo del pueblo judío, una persona con la mente abierta y con la que era posible mantener un diálogo franco, tenía una profunda sensibilidad religiosa. Algunas voces del judaísmo italiano han querido recordar así en nuestras noticias al exarzobispo de Milán Dionigi Tettamanzi, que falleció a los 83 años. Tettamanzi fue uno de los pioneros del nuevo período del Diálogo, que tuvo origen con la visita de Wojtyla a la Gran Sinagoga de Roma en 1986. Incluso antes de su incisiva acción en Milán, marcada por varios encuentros con el liderazgo judío local, fue en Génova (donde fue arzobispo de 1995 a 2002) que se sentaron las bases para muchos compromisos siguientes, también en este ámbito. El 11 de marzo de 1999 fue un día histórico para Génova. Por primera vez desde su apertura (que ocurrió en 1935) la sinagoga de la capital de la región Liguria acogió, de hecho, al representante de la comunidad católica de la ciudad. Un encuentro que tuvo lugar por invitación del entonces presidente de la comunidad judía Piero Dello Strologo, que acogió a Tettamanzi junto al Rabino mayor Giuseppe Momigliano. “Debe de ser uno de los primeros arzobispos en ir a una sinagoga desde la visita de Wojtyla. Quizás incluso el primero de todos” subraya Dello Strologo, compartiendo con Italia Ebraica una foto de aquel día. Algunas reuniones y una preparación cuidadosa del los temas que tenían que tocar las intervenciones precedieron la visita, favorecida entre otros por Andrea Chiappaori, presidente de la sección local de la Comunidad de Sant’Egidio. “Recuerdo que fue un día muy significativo y que él era una persona consciente de la importancia de ese gesto” explica el rabino Momigliano. Dello Strologo confirma la afirmación de rabino, recordando también su sensibilidad y flexibilidad, además de su genuina cercanía a la comunidad judía: “a menudo fue presente a nuestras iniciativas o a las del Centro Primo Levi”. También Giuseppe Laras, presidente emérito de la reunión rabínica italiana (y ex rabino mayor de Milán) recuerda a Tettamanzi: “era un hombre bueno y cariñoso, tan simpático como sensible desde el punto de vista religioso y moral. Cultura, elocuencia y una sincera humanidad eran los rasgos fundamentales de su personalidad, cualidades preciadas y muy nobles. Fue un amigo y un partidario del diálogo judío-cristiano, que tuvo el valor de recoger con una energía nueva la herencia muy grande del difunto Cardenal Carlo Maria Martini”. El Cardenal mencionó precisamente a Martini y a la necesidad de dialogar en el discurso que dio delante de la Comunidad judía de Milán en una visita a la Sinagoga della Guastalla en 2003. “Judíos, cristianos, hombres y mujeres de todas las grandes religiones tienen que dialogar y operar juntos sobre todo por la paz, en primer lugar mediante la oración y la intercesión: como por supuesto sabrán, mi predecesor, el Cardenal Carlo Maria Martini, fue a Jerusalén precisamente para interceder por la paz en aquella ciudad y en aquella tierra, en la que late el corazón de la historia. ‘No habrá paz en la tierra, él no se cansa de decir, hasta que no haya paz en Jerusalén’. También el encuentro entre los líderes de las religiones es trascendental – afirmó Tettamanzi en la sinagoga – para que los pueblos de la tierra busquen vías para promover la paz y no choques de civilizaciones”
*Italia Ebraica, septiembre de 2017.
Traducción de Anna Zanette, estudiante de la Escuela Superior para Intérpretes y Traductores de la Universidad de Trieste, en prácticas en la oficina del periódico de la Unión de las Comunidades Judías Italianas.