Escuchando – Armstrong

maria teresa milanoMaria Teresa Milano

Desde hace unos días sigo recibiendo mensajes y correos electrónicos de amigos, en los que me preguntan invariablemente: “¿Ya sabías que Louis Armstrong hablaba yiddish?” o bien: “¿Sabías que Louis Armstrong recibió su primera trompeta de la familia de judíos que lo había criado?”.
Sí, efectivamente esto no es nuevo para mí, porque hace unos años vi un documental dedicado a él. Pero, como ocurre en cualquier película, libro o archivo para escudriñar, siempre encontramos más o menos lo que ya estamos buscando y no vemos (o olvidamos enseguida) la información que en aquel momento no es necesaria para nuestra propia investigación. Quizás me pasó lo mismo, quizás consideré lo que más necesitaba y no dediqué demasiado tiempo a la relación de Armstrong con el estilo de vida judío y el idioma yiddish, y eso porque en realidad la noticia no me parece tan increíble y extraña.
El peso de la cultura judía del este de Europa en la producción de la música americana a lo largo del siglo XX y la relación osmótica entre los estilos klezmer y jazz, que son dos universos acústicos con historias distintas, pero que de la misma manera tienen origen en sociedades exiliadas, son sin duda importantes y en gran parte ya explorados.
Mientras Louis Armstrong está en lo más alto de su carrera y está ocupado triunfando por todo el planeta (Italia incluida, con el debido respeto a Mussolini), se asiste a un comienzo de éxito de Bei Mir Bist du Shein en el “Apollo Theatre”, histórico local de Harlem que sirve de trampolín para él como para otros artistas famosos. Samuel Cohen, hijo de judíos del este de Europa, es el que compra esa canción en yiddish, cuyo compositor es Shlomo Secunda. Más tarde, un dúo de afroamericanos hace pública la sinfonía, que alcanza un éxito global gracias a las Andrew Sisters y a Benny Goodman, otro hito para la historia del jazz.
Louis nace en 1901 en New Orleans, su madre trabaja en un local como bailarina, está sola y a menudo lo lleva consigo, ofreciéndole un entorno sonoro y cultural donde él puede aprender y expresarse. Louis es un talento rarísimo y la New Orleans de la época es una escuela de música excepcional, pero ¿qué influencia tiene el hecho de que de niño pasa gran parte de su tiempo con los Karnofsky, una familia de judíos lituanos?
Sin duda mucha desde un punto de vista emotivo, como tendrá la oportunidad de declarar a menudo, pero también desde el punto de vista lingüístico porque, según dicen los biógrafos, hablaba yiddish de manera constante. Su gerente y también mejor amigo es el judío Joe Glaser y cuando el doctor Zucker lo acepta como paciente, los dos lograrán recuperar juntos las notas de la vieja canción de cuna en ruso que había aprendido de niño en la casa de los Karnofsky.
Estoy convencida de que Louis Armstrong, como cada gran artista, toca y canta trocitos de sí y de su propia historia, expresando su pertenencia a África y a las inovaciones musicales de los negros de América, pero también su lazo emocional con aquella familia de judíos que lo acogió de niño. Armstrong relata una común historia de opresión y al mismo tiempo de deseo de rescate de ambos pueblos que, en distintos momentos de la historia, esperan a su proprio Mosé.

Se aconseja escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=8JNCS27rtQ8

Traducción de Anna Pagetti, estudiante de la Escuela Superior para Intérpretes y Traductores de la Universidad de Trieste, en prácticas en la oficina del periódico de la Unión de las Comunidades Judías Italianas.