FÚTBOL – Turín recuerda a Erbstein,
el entrenador de los Invencibles

Para los aficionados al fútbol, el estadio Filadelfia de Turín representa el símbolo del Grande Torino. Aquí se ha consagrado la leyenda de los Invencibles, que terminó trágicamente el 4 de mayo de 1949. Aquí el once granate, liderado por el capitán Valentino Mazzola, ha entrado en la historia del deporte, cosechando victorias y récords a finales de los años cuarenta. Aquí el entrenador judío de origen húngaro Ernő Egri Erbstein puso en práctica su idea de juego, revolucionando el fútbol de aquella época y contribuyendo a construir el mito del Grande Torino. Precisamente a Erbstein, fallecido hace 75 años en Superga junto con todo su equipo, se ha dedicado un pequeño trozo del “Fila”. De ahora en adelante, uno de los mástiles del estadio llevará su nombre. Se trata de una forma de recordar su historia, empezada en 1898 en la ciudad del Imperio Austrohúngaro Nagyvarad.
Erbstein creció en la comunidad judía de Budapest, donde cursó estudios de Ciencias del Deporte. A los 18 años luchó en la Primera Guerra Mundial al servicio de Austria-Hungría y regresó del campo de batalla con el título de sargento. Al acabar el conflicto, volvió a jugar al fútbol y adhirió al concepto de judaísmo muscular teorizado por el filósofo sionista Max Nordau, dando una respuesta deportiva al antisemitismo.
A finales de los años veinte, Erbstein se convirtió en entrenador en Italia, dejando su huella especialmente en el Lucchese. En cuatro temporadas, a partir de 1933, condujo al equipo a tres ascensos de categoría, hasta dar el gran salto a la Serie A. El técnico húngaro destacaba por ser un gran motivador y organizaba su juego en esquemas que combinaban la táctica húngara con la intensidad y velocidad de juego típicas del fútbol inglés. Su idea se basaba en continuos movimientos de los jugadores y en una red constante de pasajes para llegar debajo de la portería contraria. Se puede definir como una forma de interpretar el fútbol mucho más dinámica que la de los entrenadores de su época.
Su visión convenció al presidente del Torino, Ferruccio Novo, decidido a relanzar las ambiciones del equipo granate. En 1938 los dos firmaron un contrato; sin embargo, unos meses más tarde, Erbstein se vio obligado a dejar su cargo de entrenador, a causa de las leyes raciales. Justo a tiempo había conseguido completar la preparación de verano y transmitir algunas de sus ideas. En 1938, obligado a abandonar la Italia antisemita, regresó a Budapest y desde allí trabajó con el presidente del Torino para dar forma al equipo. Además, Novo le ayudó aun a conseguir trabajo como representante de ventas. En 1944, con la invasión nazi de Hungría, la situación se precipitó.
La mujer y las hijas de Erbstein se quedaron escondidas, evitando las redadas. En cambio, el entrenador fue internado en un campo de trabajo. Poco antes de la deportación, logró escapar milagrosamente del campo, junto con otro entrenador judío húngaro, Bela Guttman. Él también dejó su huella en la historia del fútbol de posguerra.
Tras la guerra, Erbstein regresó a Turín. En una ciudad y un país destruidos por el conflicto y los veinte años de fascismo, el entrenador que había escapado de la Shoah volvió a tomar las riendas de su equipo, transformándolo en el Grande Torino. Mazzola, Gabetto, Loik, Ossola, Bacigalupo, Rigamonti y Menti son algunos de los nombres de los Invencibles, que hicieron soñar a toda una ciudad con sus victorias.
Bliss señala que sus éxitos ayudaron a muchos a exorcizar el dolor de la guerra, hasta la tragedia del 4 de mayo de 1949, cuando el avión en el que viajaba todo el equipo se estrelló contra la Basílica de Superga, en las colinas de Turín. Murieron dieciocho jugadores, seis directivos y entrenadores, cuatro miembros de la tripulación y tres periodistas. Aquel día terminó la historia del Grande Torino, pero no su mito, como demuestran la nueva dedicación a Erbstein y la tradicional marcha granate del 4 de mayo.

Daniel Reichel

Traducido por Diana Drudi y revisado por Francesca Pischedda, estudiantes de la Escuela Superior de Intérpretes y Traductores de la Universidad de Trieste, pasantes en la oficina del periódico de la Unión de las Comunidades Judías Italianas – Pagine Ebraiche.