Cuatro toneladas de medicamentos representan el compromiso del mundo judío para los niños perjudicados por el conflicto

Desde hace varios años el nombre de Walter Arbib es un sinónimo de solidaridad e iniciativas humanitarias sin límites, como confirma la última operación que se ha llevado a cabo durante estas horas. Se han inviado más de cuatro toneladas de medicamentos a la población ucrania en sufrimiento y se han distribuido en siete hospitales diferentes. La Unión de las Comunidades Judías Italianas también ha participado en esta iniciativa proporcionando siete cajas llenas de material, a través de una coordinación emprendida entre el mismo Arbib y el vicepresidente UCEI Milo Hasbani. Arbib, de 81 años, cuenta: “Nos ha llegado una petición de arriba, del Ministerio de Sanidad de Kiev. Era una especie de lista de deseos en la que se enumeraba todo lo necesario, así que hemos intentado actuar de la manera más rápida y eficaz”. El hombre nació en una familia judía de Trípoli y es el fundador de una sociedad especializada en situaciones de emergencias y misiones de paz que goza de un gran aprecio y de reconocimientos en todo el mundo.
Bajo la bandera de “Momentum” había también su hijo Stephen que le ayudaba en este compromiso. Se trata de una colaboración que se desarrolla de Canadá, donde Arbib reside desde hace varias décadas, a Italia judía, con la que las relaciones se han quedado intensas. El objetivo es el de llevar una esperanza, un apoyo concreto. Los medicamentos se dirigen sobre todo a los niños que se encuentran entre las primeras víctimas tanto de este conflicto, como de todos aquellos de los que se ha ocupado. El filántropo, que entre muchas honorificencias disfruta también del título de Comendador de la República Italiana, subraya con dolor: “A pesar de que no tengan ninguna culpa, en la guerra siempre pagan un precio atroz. Durante todos estos años mis ojos han sido testigos de cosas terribles: niños sin piernas, niños sin brazos”.
Estas imagenes le han recordado que ante las injusticias y la llamada de quien sufre existen dos posibilidades: “Tomar unos somníferos e intentar dormir o tener los ojos bien abiertos”. La segunda opción es la que Arbib practica desde siempre moviéndose en escenarios de extrema complejidad. En Afganistán, por ejemplo, ha actuado también en los últimos meses para salvar a un número significativo de personas amenazadas por el régimen integrista de los talibanos.
Su vida se describe en la biografía “Don’t Shoot! I’m the Good Guy – The Life and the Times of Walter Arbib” (“¡No disparéis! Yo soy el bueno – La vida y los tiempos de Walter Arbib”) escrita por el periodista israelí Yossi Melman y de la que se presentará en breve la versión italiana (con algunas actualizaciones con respecto a acontecimientos recientes). Se pone de relieve también la huida dramática de Libia en llamas en junio de ’67, bajo el signo de las violencias y de los progromos antisemitas que causaron el final de la bimilenaria presencia judía en Italia.
La presentación de la obra se realizará a lo largo de un evento que tendrá lugar en Roma en las próximas semanas. Será una ocasión para dar las gracias a alguien, en especial a Renato Tarantino, director de Alitalia en Tripoli que desempeñó un papel fundamental en esas horas frenéticas. Arbib lo recuerda como un héroe, subrayando su intervención decisiva a fin de que él y su madre pudieran embarcarse en el velívolo, eludiendo el linchamiento de una muchedumbre excitada.
Mientras su voz se empaña otra vez comenta: “Nunca podré olvidarlo”.

Traducido por Diana Drudi, estudiante de la Escuela Superior de Intérpretes y Traductores de la Universidad de Trieste, pasante en la oficina del periódico de la Unión de las Comunidades Judías Italianas – Pagine Ebraiche